La materia del deseo
El boliviano Edmundo Paz Soldán (Cochabamba, 1967) es autor de una interesante obra narrativa –tres libros de cuentos y cuatro novelas- que lo ha alejado bastante de la literatura “light” dominante entre los autores de la llamada generación Mc. Ondo (la de Fuguet y Bayly), con la que se inició hace una década. Sus dos últimas novelas, Río fugitivo (1998) y Sueños digitales (2000), nos mostraron a un escritor que además de saber manejar bien el suspenso narrativo y la precisión de la trama, se atrevía a abordar una serie de problemas (políticos, tecnológicos y humanos) muy propios de nuestro tiempo. Actualmente profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell (USA), Paz Soldán acaba de publicar la novela La materia del deseo (Alfaguara, 2001), un thriller también ambientado en la ficticia ciudad de Río fugitivo.
Dos historias contadas simultáneamente forman esta novela. La primera es la de Pedro, un joven profesor universitario en Berkeley, quien regresa a su Bolivia natal huyendo de la problemática relación sentimental que mantenía con Ashley, su alumna y también una mujer casada. La otra historia es la de David, tío de Pedro, un intelectual solitario y dedicado a elaborar crucigramas para un diario local, pero que en su juventud fue parte -junto con el padre de Pedro y sus esposas- del MAS, un grupo de izquierdistas radicales. Las peripecias y dudas sentimentales de Pedro (al llegar a Río Fugitivo reinicia sus relaciones con una antigua enamorada) se suman a sus investigaciones acerca de la verdad del trágico final del MAS (hubo un traidor) en el que murió su padre, quien dejó una novela titulada Berkeley, llena de claves y secretos ocultos que Pedro trata de descifrar.
Podemos reconocer en esta novela muchos elementos que ya se han vuelto constantes en la narrativa de Paz Soldán: la ciudad de Río Fugitivo (que ya es para él lo que Santa María fue para Onetti), el interés por los crucigramas y las personas que los elaboran (tema del cuento “Dochera”, con el que ganó el Premio Juan Rulfo en 1997), la figura del dictador que queriendo transformarse en demócrata, tiene que borrar las huellas de su pasado. Como en sus dos anteriores entregas, nos encontramos con un protagonista buscando la verdad oculta tras las diversas versiones de sucesos pasados (la muerte de su padre, la relación con Ashley) y que hace confluir en esas búsquedas sus problemas más personales: soledad, inseguridad, falta de identidad.
Los materiales son los mismos, pero Paz Soldán ha privilegiado esta vez el interés de la trama, entregándole al lector de manera dosificada una serie de sorpresas que cambian completamente la interpretación de las historias y la valoración de las personas involucradas. Así, David pasa de ser inicialmente casi un héroe a convertirse después en la persona que traicionó al MAS y, finalmente, en una víctima más de la intriga urdida por el verdadero traidor. Lo mismo sucede con Ashley en el terreno de lo sentimental. Con estos recursos el autor mantiene cautivo el interés del lector a lo largo de toda la narración, pero lo hace sacrificando la verosimilitud de los personajes secundarios (que parecen estar permanentemente cambiando de máscaras) y la evolución de los protagonistas, una de las mayores virtudes de Sueños digitales.
También en lo que respecta al lenguaje notamos una actitud menos rigurosa y más concesiva. Si hasta ahora Paz Soldán había evitado los regionalismos y anglicismos en sus libros, aquí emplea no sólo expresiones coloquiales del habla de su país, hay además un verdadero abuso de palabras y hasta párrafos en idioma inglés. Una combinación extraña, que intenta “sintonizar” con el idioma que hablan actualmente los jóvenes latinoamericanos. Aunque ese interés por complacer a los posibles lectores, de hacer un poco más “light” su narración, haga de La materia del deseo un libro mucho menos logrado que sus dos novelas anteriores.
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