Thursday, March 02, 2006

El delirio de Turing : La primera novela de hackers made in bolivia


Toda la información es ruido hasta que descubrimos el código para interpretarla. Este es el lema secreto de “El delirio de Turing”, la novela con la que Edmundo Paz Soldán, 37 años y profesor de Lengua y Literatura hispánica en Estados Unidos, ha ganado el premio Nacional de Literatura de Bolivia. Se trata de una obra difícil de etiquetar, porque es un relato de intriga que en clave futurista habla de dictaduras, neoliberalismo y luchas sociales en la Latinoamérica de las últimas décadas. Todo ello embutido dentro de un escenario tecnológico en el que los enfrentamientos entre hackers y expertos oficiales en códigos secretos deben verse como una metáfora de la lucha entre la verdad y la mentira, entre los oprimidos y opresores.
Paz Soldán, que ha publicado ya casi una docena de obras, propone aquí un relato coral animado por numerosos protagonistas y escenarios que imprimen carácter. Entre sus protagonistas están Kandinsky, un hacker que ha optado por la subversión digital; Turing, un funcionario que trabaja como criptógrafo y cuyo apodo es un homenaje al científico inglés que consiguió descifrar el código secreto que Alemania utilizaba en sus comunicaciones durante la Segunda Guerra Mundial; Montenegro, un dictador reconvertido en demócrata; Cardona, un juez afín al sistema que, finalmente, empujado por motivos personales, decide tomarse la justicia por su mano. Y Albert, un experto en criptografía que ha trabajado para la CIA y para el Gobierno boliviano (y probablemente para los nazis cuando era joven) que su delirio final, conectado a múltiples cables que le mantienen en vida en el hospital, alucina y repasa la historia universal de los descifradores de códigos.
Estos y otros personajes pueblan los principales escenarios de la obra. La Cámara Negra es un organismo oficial creado para interceptar, descifrar y manipular los mensajes de la oposición. PlayGround es un universo virtual de fantasía en el que cada usuario adopta identidades diferentes a la suya. Y Río Fugitivo, la ciudad donde transcurre la acción, es un lugar imaginario que aspira a convertirse en el Seattle de Latinoamérica en la lucha antiglobalización del siglo XXI. Paz Soldán ejecuta un notable trabajo de relojero e ingeniero para que las diferentes historias y enfoques confluyan en la narración y desemboquen en una trama única, coherente y sólida. Y opta por utilizar en la narración todos los elementos tecnológicos que ésta propone, sin demasiadas consideraciones hacia el lector.
En la novela abundan los nombres de marcas, la enumeración de aparatos, las explicaciones sobre criptografía, los términos en inglés e incluso hay alguna que otra parte del texto redactada con un sistema abreviado similar al de los mensajes telefónicos actuales. Es una opción que le da al relato un toque de modernidad y que puede ser un acicate o un problema, según el tipo de lector.
Algo similar sucede con el estilo narrativo. Paz Soldán emplea un tono periodístico, muy directo, con frases muy cortas y descriptivas, en las que básicamente se telegrafía lo que pasa. Como es habitual en las películas, los actos hacen crecer a los personajes y la historia avanza siguiendo esta progresión. En este sentido, la novela funciona y todo el rompecabezas que propone se articula debidamente. Sin embargo, se echa en falta esa magia especial –mezcla de reflexión, distancia y apropiación total del mundo y del lenguaje que propone– indispensable para que una historia contada de manera correcta se convierta en algo más.

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