Paz Soldán defiende el trabajo del periodista
Por: Jackeline Rojas Heredia
El narrador boliviano incursiona en el género de la crónica y el reportaje periodístico. Pronto saldrá un trabajo sobre Santa Cruz en una revista académica cuyo tema central titula “La otra Latinoamérica”.
Pese al cansancio por las varias horas de viaje que había realizado y las otras tantas que le esperaban todavía por realizar, el escritor cochabambino Edmundo Paz Soldán abrió las puertas de su casa, en Cochabamba, para ceder un tiempo y hablar de su última novela “Palacio Quemado”, la misma que fue presentada la pasada semana en la feria del libro en la ciudad de Santa Cruz y que toca por medio de la ficción, el tema de la guerra del gas en el último periodo de gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada.
Pero Paz Soldán no solamente mencionó su libro. Con su característico buen humor, se refirió también al papel del periodista frente al contexto actual y el punto de encuentro o de similitud entre el escritor que firma su obra y el periodista que debe defender a diario su trabajo.
-¿Cómo ha sido o es la experiencia de trabajar como periodista para una revista norteamericana y hablar de tu país?
Se trata de una revista académica que está preparando un número que titula “La otra Latinoamérica”, me pidieron que escribiera sobre la otra Bolivia, porque la imagen que se tiene de nuestro país es de la Bolivia Andina, y estaban muy interesados en lo que está ocurriendo con Santa Cruz, como una ciudad que ha despegado económicamente y aparte tiene toda esta problemática de la cuestión de la autonomía, así que va en el camino de ser una crónica o un reportaje porque no soy periodista. Me baso más en testimonios en lo que me ha contado la gente con la que he hablado.
-Esa oportunidad para hablar sobre la otra Bolivia, sin embargo, te permitió analizar como escritor el trabajo del periodista, qué opinas de ese rol?
El rol del periodista es un rol fundamental, creo que el periodista tiene que dejar constancia del tiempo y las circunstancias que le han tocado vivir, entonces hay momentos que le va a ser más fácil para hacer, para redactar, que otros momentos. Hay momentos de transición política de mucha incertidumbre donde es complicado ser periodista.
Un amigo periodista me escribió contando lo que ocurrió en enero, quería mi opinión antes de publicarlo, tenía temor por firmar la nota y todo eso, entonces noté que era una lectura muy visceral, no sólo narraba el hecho, había también parte de su opinión, ahí me di cuenta de cuan difícil es ser periodista en este momento de transición en Bolivia, pero es un rol vital, fundamental, en cambio lo que yo siento como escritor que puedo publicar una novela cada dos o tres años y defiendo con mi nombre, ese es un tema que a los periodistas les toca todos los días y tienen que estar preparados siempre a defender todo lo que están escribiendo, en eso me parece a mi, que existe un punto de contacto entre el trabajo del periodista y el trabajo del escritor, hay un tipo de responsabilidad que tiene que ver con esto de dar cuenta inmediata de los hechos en el periodista que tiene que estar dispuesto a decir las cosas como las has visto, como testigo, sin pensar a quien puedes ofender. La labor del escritor es más un desafío imaginativo, puede o no basarse en hechos reales, sin embargo no siempre las personas pueden estar de acuerdo con lo que escribas. En esta crónica sobre Santa Cruz, seguro habrá gente que se moleste no? Bueno eso es parte del trabajo de la escritura, si no quieres molestar a nadie entonces no escribas (se ríe).
-Hay personas que critican el hecho de que vivas en EEUU y escribas sobre realidades que se dan aquí, y que supuestamente no conoces, ¿Cómo tomas esas críticas?
Debes asumir la crítica como un reto, un desafío, una vez que asumes la crítica la distancia o la perspectiva te puede ayudar o te puede perjudicar, a lo que voy no es tanto al tema que debe estar prohibido para el escritor, sino como tratas ese tema, a partir de ahí las críticas son válidas.
Pero si tu le dices a un escritor que sólo puede escribir sobre la ciudad o el país en el que está viviendo, o el tiempo en el que está viviendo, eso limitaría mucho la misma literatura que es una aventura de imaginación y lenguaje, estas tratando de construir una historia verosímil que fácilmente puedes decir, esto no es lo que ha pasado.
Palacio Quemado no es lo que ha pasado con el gobierno de Sánchez de Lozada, pero la idea es que cuando la leas, tú puedas decir “esto pudo haber pasado”, es como el desafío, son versiones alternativas. Yo siempre pienso en los escritores latinoamericanos que han escrito novelas históricas ambientadas en el siglo XVIII, XIV, y puedo hacer la misma crítica que se me hace no? La última novela de Ramón Rocha Monroy, por ejemplo, es ambientada en Sucre, luego Potosí 1600 ambientada en un periodo colonial, Gonzalo Lema ha escrito otra ambientada en el siglo XIV, ¿cómo es que se atreven a escribir sobre un tiempo que no han vivido? Y ya sabes la respuesta, la imaginación no tiene límites de espacio, tiempo o territorialidad.
-¿Cómo acogieron tu libro Palacio Quemado en el exterior?
A la novela le ha ido mejor de lo que pensaba, porque ha circulado mejor en otros países más que en Bolivia, no sé como va a ser recibida acá, yo creo que siempre cuando te metes con temas políticos muy frescos, muy de actualidad, todo el mundo tiene una opinión y a veces la disposición va más allá de lo literario y eso me interesa a mí ver como se recibe la novela aquí, pero en principio fue recibida mejor de lo que yo esperaba.
-¿En qué obra trabajas actualmente y cuales son tus últimos proyectos?
Estoy en la recta final de mi último libro de cuentos que será publicado por alfaguara a fines de este año y titula “La Inquietud de las Criaturas”, a la vez trabajo en una novela sobre el caso de unos adolescentes asesinados en una escuela en EEUU. Quiero descansar un poco de los temas políticos ya que mis últimas 3 novelas se enfocaron en tratar de entender la realidad política desde los años 70 hasta hoy.
-¿Qué te motivó a escribir una tragedia adolescente?
La historia en si me impactó mucho y luego de unos años las voces de estos adolescentes aparecieron en mi memoria y comencé a novelar. Es una novela de ficción basada en un hecho real, primero se parece mucho a lo que ocurrió y a medida que escribes se van cambiando cosas.
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