Tuesday, July 18, 2006

Edmundo Paz Soldán: Pasión por la literatura

Texto | Mónica Luján

Es un hecho que Edmundo Paz Soldán pasa el tiempo entre letras y páginas memorables; desde Río Fugitivo, Días de papel, La Materia del Deseo, entre otras, hasta su última travesía, Palacio Quemado, ya han transcurrido 16 años de producción literaria ininterrumpida.

Lo cierto es que Paz Soldán ha logrado, a sus 39 años, consolidarse como uno de los escritores de las nuevas generaciones, más leídos y reconocidos del medio.

Apasionado por la literatura, Paz Soldán reconoce que vivir lejos de su tierra lo ayudó a perder el miedo al momento de narrar historias de su infancia y juventud.

Sin embargo, Palacio Quemado, su última producción, resultó un gran reto para el escritor, ya que la novela no incluye experiencias ni espacios vividos, habiendo logrado ambientarla en una ciudad en la que jamás vivió: La Paz.

¿Qué lo inspira a escribir una novela? “Un hecho, una noticia…”, pero sólo aquella en la que escucha a los protagonistas contar su propia historia y cuando se forma estructuras en la mente. Se puede decir, con gran acierto, que Paz Soldán logra convertir la vida cotidiana en materia de interés.

Radicado en Nueva York, “no por elección, sino por motivos circunstanciales”, Paz Soldán tiene un doctorado en literatura latinoamericana en la Universidad de Berkeley, California.

Uno de sus más recientes logros fue haber obtenido la tan prestigiosa beca “Guggenheim”, que se otorga anualmente a 30 creadores latinoamericanos. La misma consiste en 32 mil dólares para fondos de investigación. Paz Soldán presentó un proyecto sobre la inmigración latinoamericana a Estados Unidos y los fondos de la beca se destinarán a la creación de una novela sobre este tema.

Actualmente enseña en Cornell sobre el tema que lo apasiona: la literatura. En el último tiempo, dada la coyuntura nacional, incursionó en el mundo del periodismo.

“He estado escribiendo sobre Bolivia en “La Tercera” de Chile y también para el “New York Times”. Soy boliviano, me interesa escribir sobre mi país para que los lectores de afuera conozcan nuestra propia perspectiva”, dice.

Paz Soldán cuenta que si se hubiera quedado a vivir en Bolivia, quizás no hubiera hecho de la literatura una profesión.

“Talvez me hubiera dedicado al periodismo o a la política”, dice.

¡OH!: Hablemos sobre su más reciente producción.

Acabo de terminar una novela, Palacio Quemado, que será publicada por Alfaguara a fines de este año. Es la historia de alguien que le escribe los discursos al presidente. La novela está ambientada en el segundo gobierno de Sánchez de Lozada y, para ello, he investigado lo que sucedió en esos 14 meses de gobierno. Tenía que entender cómo se vivió la crisis desde adentro de Palacio, pero no es una crónica periodística. La narrativa gira en torno a la persona que le escribe los discursos a Sánchez de Lozada, en plena convulsión social. Es una novela ambientada en La Paz, hecho que hizo más difícil de escribirla porque nunca viví en esa ciudad. Quizá por eso tardé como tres años en hacerla; debía lograr que fuera creíble, que el lector no perciba que es un lugar ajeno a mí.

Las novelas que había escrito antes estaban ambientadas en Cochabamba, como Río fugitivo, lugar donde nací y crecí.

En Palacio Quemado no quería escribir una novela sobre política, sino que es la voz de un adolescente que algún día quería ser “escribidor” de discursos. Era contar su historia y, con los conflictos sucedidos en el segundo gobierno de Sánchez de Lozada, logré ambientar la novela en esa época.

¡OH!: ¿Cuántas obras tiene publicadas?

Tengo seis novelas y tres libros de cuento. Palacio Quemado será la séptima novela que publico. También tengo otros libros de cuentos que son como antologías. La Editorial Loguera acaba de publicar una antología llamada “Norte”. Es una recopilación de cuentos ambientados en Estados Unidos. La editorial Gente Común, de La Paz, hará una recopilación de todos los artículos de política y literatura que escribí para “La Tercera” de Chile.

¡OH!: Escribe novela y cuento. ¿Por cuál se inclina más?

En realidad creo que tengo una afinidad más natural con el cuento. Es decir, uno tiene ciertas estructuras mentales que permiten ver inmediatamente por dónde va el cuento. La novela para mí es, en cambio, un mayor desafío.

¡OH!: Dice tener más afinidad con el cuento, sin embargo, tiene más novelas publicadas.

Si, el cuento se puede escribir en un par de noches, en cambio hacer una novela es un desafío más grande. Por ejemplo, con Palacio Quemado, ya estoy tres años. La novela implica otro tipo de trabajo, es meterte a un mundo y tratar de reconstruirlo tal y cómo es. El trabajo de construir todo ese mundo para la novela es fascinante.

¡OH!: A diferencia de lo que ocurre con otros escritores, a su edad Ud. tiene un número considerable de obras publicadas. ¿A qué atribuye este hecho?

En la literatura no hay causa y consecuencia. Puedes escribir grandes novelas en nueve meses como lo hace Saramago que publica siempre una novela al año. O puedes tardar años, depende del ritmo natural de cada escritor.

Tal vez lo que ha sucedido conmigo es que comencé muy joven publicando en el suplemento literario “Correo”, de Los Tiempos. Tenía en ese entonces 19 años y eso me hizo perder el miedo escénico. Creo que fue un lindo espacio en el que crecí y me ayudó mucho. Ya a mis 23 años, publiqué mi primer libro de cuentos. Podría decir que recién a mis 30 pensé cómo me había animado hacer todo eso. Tal vez no esperé a que la obra madure en silencio.

Y no es que escriba rápido, de hecho, cada novela me ha tomado dos años, la última tres, pero mientras escribo novelas, también escribo cuentos y termino haciendo las dos cosas paralelamente. Algunos escritores, cuando terminan una novela, acaban como vaciados y tienen que esperar algunos años para encontrar un nuevo mundo. Yo, en cambio, no; creo que tengo una ansiedad, porque cuando termino una novela, ya estoy pensado en la próxima.

¡OH!: ¿Qué lo inspira a escribir?

Ahora he comenzado a escribir una novela ambientada en Estados Unidos. Trata de un hecho que sucedió hace 10 años en un pueblo a 20 minutos de donde vivo. Por diferentes razones, en un colegio de ese pueblito, murieron cinco adolescentes de una misma promoción. Cuando leí una noticia sobre cómo habían conmocionado al lugar estos hechos, me vino a la cabeza toda una estructura mental. Hace como un año y medio comencé a escuchar a cada uno de ellos contando su historia, por eso pensé que debía hacer una novela. Pueden ser temas de la vida cotidiana, pero el momento que me viene a la mente una estructura, es cuando creo que debo escribir.

¡OH!: ¿En qué medida cree que lo ayudó en su carrera literaria, el hecho de vivir lejos de su país?

Vivir lejos me ha liberado de muchos miedos en cuanto a la escritura. Tal vez no me hubiera animado a escribir muchas cosas porque es todavía un medio pequeño y se interponen miedos o simplemente no quieres ofender o herir a la gente.

Con la novela Río Fugitivo se armó una polémica en el colegio Don Bosco porque consideraron que era una falta de respeto a los profesores y alumnos. Recuerdo que cuando estaba escribiendo esta novela y venía de vacaciones a Cochabamba, pensaba que tenía que cambiar el nombre del colegio, pero cuando me distanciaba, ya perdía ese miedo y me soltaba. He dicho y escrito cosas de manera tan explícita, que tal vez si no hubiera estado lejos, no lo hubiera logrado.

Por otro lado, cuando escribí Río Fugitivo, me di cuenta de que la novela era un ejercicio de la nostalgia. De hecho, es la novela más íntima, simbólicamente es muy importante para mí, porque me fui de Bolivia en febrero de 1985, cuando acababa de salir bachiller y ese fue el último año que viví aquí. En esta novela recuperé a la ciudad de mi adolescencia, es un intento por recuperar ese periodo de mi vida. A medida que van pasando los años y vives fuera, te vas retrotrayendo; recuerdo mucho mi adolescencia, supongo que es el resultado de la nostalgia.

¡OH!: ¿A qué se está dedicando?

En el último año, debido a la gran repercusión que ha tenido el triunfo de Evo Morales, he comenzado otra carrera, la de periodista cronista. He estado escribiendo tres columnas al mes sobre Bolivia para “La Tercera” de Chile. También publico artículos para otros diarios como “El País” y el “New York Times”. Me interesa mucho la situación boliviana y me interesa escribir sobre Bolivia, para que lectores de afuera conozcan nuestra propia perspectiva. Considero que los periodistas extranjeros tienen limitaciones para entender la situación; la nuestra, es una realidad compleja, pero fascinante.

¡OH!: ¿Qué piensa sobre los escritores bolivianos?

Admiro a los escritores que han logrado conseguir una carrera literaria en Bolivia porque no hay mucho apoyo. No es suficiente la vocación; se necesita apoyo y eso no sólo se da en países como Estados Unidos, sino también en algunos lugares de Latinoamérica. Por ejemplo, México tiene un modelo de apoyo estatal y en Chile se tiene apoyo de la empresa privada. Considero que un escritor joven necesita tiempo y apoyo para poder salir adelante y tiempo para desarrollarse. Diría que Bolivia está llena de vocaciones artísticas frustradas, escritores que se quedaron a medio camino y algunos que no pudieron desplegar todo su potencial. Todo ello, simplemente por las limitaciones del medio cultural. Pese a eso, también contamos con grandes creadores en el país. Tenemos a escritores como Óscar Cerruto, que son de primer nivel, pero no son conocidos fuera de Bolivia. Si eres un escritor argentino medianamente bueno, tienes más posibilidades que un buen escritor boliviano.

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