Entrevista a Paz Soldán :"He estado escribiendo cuentos, pero para mí no es suficiente escribir cuentos, tengo que pensar en ellos como un libro"
Edmundo Paz Soldán, el reconocido y entrañable escritor boliviano, se encuentra en Lima –invitado a participar del Festival Eñe América– y nos trae dos novedades: una reedición peruana de su libro de cuentos Amores imperfectos (Estruendomudo, 2011) y Norte (Mondadori, 2011), su más reciente novela. Inmejorable oportunidad para charlar con él sobre estas dos publicaciones.
Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Acaba de aparecer una reedición en Perú de Amores imperfectos, que es tu tercer libro de cuentos (el primer libro tuyo que yo leí). Más de diez años después de su aparición, cómo es tu relación con él.
Es un libro al que le tengo mucho cariño, porque es el libro con el que empecé a encontrar lectores fuera de Bolivia. Yo lo veo como un libro curiosamente de transición. De hecho, el libro tiene dos partes. Yo había comenzado con cuentos muy breves, muy borgeanos, en donde interesaba mucho la trama; muy en la tradición latinoamericana en donde la trama es más importante que la psicología de los personajes. Pero ya en esos años estaba viviendo en Estados Unidos y había comenzado a escribir cuentos más en el estilo norteamericano; en la tradición norteamericana la psicología de los personajes es mucho más importante. Mi idea era buscar una fusión entre ambas tradiciones. Y creo que este libro de cuentos es de transición; creo que la primera parte pertenece a la época que estaba dejando, y la segunda parte, a la nueva época que venía. La primera está creo más marcada por Borges, Kafka, Onetti, que son autores que marcaron mis dos primeros libros de cuentos.
… Y Cortázar, también.
Sí, Cortázar, también. En la segunda parte, en cambio, tenía como modelo y pensaba en cuentos como Los jefes: personajes que se repiten, personajes de adolescentes o jóvenes en un mundillo de la clase media en Bolivia, en Cochabamba. Pero ya son cuentos con tonos de atmósferas diferentes a los de la primera parte.
Recuerdo muchos cuentos de ese libro. Pero me viene a la mente uno que me estremeció: “La puerta cerrada”.
Ese es un homenaje personal a Rulfo. El mundo de cuentos como “Diles que no me maten”, ese mundo asfixiante de pueblo chico, de esa gente que se mueve por impulsos, gente muy sencilla pero que a la vez tiene algo muy complejo en su sencillez. Yo había leído los cuentos de El llano en llamas. Y quizás en una lectura directa no se ve de inmediato que el cuento haya nacido de Rulfo. Pero para mí, personalmente, recuerdo que el cuento nace de una lectura de El llano en llamas. Para es un homenaje secreto, porque no es obvio, no hay guiños, no hay referencias.
Este libro (Amores imperfectos) es también el último libro de cuentos que publicas…
Sí, después me metí de lleno a la novela. Y la novela me consumió los siguientes diez años de escritura. He estado escribiendo cuentos, pero para mí no es suficiente escribir cuentos, tengo que pensar en ellos como un libro. En estos más de diez años tengo muchos cuentos y recién ahora he podido armar un libro. De hecho ya tengo un nuevo libro de cuentos terminado, con cierta unidad temática, con cierta unidad de ambientes, si bien no van a entrar todos los cuentos que he venido escribiendo en los últimos diez años. Es un libro que parte de Amores imperfectos, porque hay cuentos de hace diez años. Pero aquí en Amores imperfectos me interesaba el tema del desasosiego en la pareja, en las relaciones sentimentales para decirlo más ampliamente, porque un tipo de relaciones perversas entre padre e hija. Pero el nuevo libro trabaja más el tema del desasosiego a un nivel más existencial, general, no sólo de relaciones de parejas.
Acabas de publicar Norte, una nueva novela en donde retomas el tema de la violencia en Estados Unidos que habías iniciado con Los vivos y los muertos. ¿Cómo surge esta novela?
Esta surgió de una intuición. Aunque no está directamente relacionada con la novela de Bolaño, en Los detectives salvajes leí una frase que más o menos era algo así: “Mexicanos perdidos en México”. Algo así. Entonces, me vino una intuición: “Latinoamericanos perdidos en Estados Unidos”. Ese fue como el germen de la historia, como decía Henry James. Entonces comencé a pensar en historias de latinoamericanos. El otro lado del sueño americano. En la inmensidad de un continente con tanta inmigración, hay historias de gente que perdió el ancla, se desarraigó, se extravió. Una muestra puede ser el personaje de Alberto Fuguet en Missing: su tío que se desaparece de la familia y al que encuentra cuarenta años después. Comencé a recolectar historias, y tenía muchas. Y a partir de esas historias me di cuenta que había varias que no terminaban de articularse con el resto. Y que había sí un grupo de historias que estaban relacionadas al tema de la frontera y de la violencia.
Tengo entendido que en Norte hay un personaje importante que es real: Jesús, un asesino en serie…
Sí, hay dos historias reales. Jesús, el asesino en serie, que llegó en un momento a estar de número uno en la lista de los más buscados del FBI; el número dos era Bin Laden, a principios de los noventa. Y Martín Ramírez, un pintor mexicano que estuvo 30 años recluido en un psiquiátrico. Era un brasero inmigrante ilegal que no tenía dinero. Esos dos personajes son centrales en la novela. Por un lado, la locura y rabia de Jesús, ante una sociedad que lo rechaza. También algo que ya está en él incluso antes de irse a EEUU, que es la patología del sicópata. Y, por otro lado, en Martín está la locura, pero otro tipo de locura. El era algo esquizofrénico, tenía un leve retardo mental. Y a partir de allí, la locura de la creación, de refugiarse en el arte, ante un mundo que le es hostil.
Durante tu anterior visita a Lima me comentaste que tenías en mente tres novelas sobre la violencia en EEUU. Esta sería la segunda. ¿Cómo va la tercera?
Sí. Tengo una novela corta que está basada en la historia real de un hombre que secuestra a una chiquilla de trece años y la tiene encerrada en su casa por ocho años. Tengo una versión de esa novela corta desde hace tres años, pero no me convence. Ahora que tengo terminada Norte quisiera volver a esa novela. Pero también tengo en mente una novela de ciencia ficción. Entonces no sé con qué proyecto seguir.
El tema de la violencia en EEUU, país en el que resides, te ha marcado mucho, ¿no?
Es inevitable. Es otro tipo de violencia. En Bolivia hay una violencia política. Pero en el día a día en el colegio máximo había peleas, insultos. Pero no escuchabas muchos hechos de sangre. En Estados Unidos lo que abruma es la facilidad con la que están presentes las armas, que es parte de una cultura de frontera, y que está en la formación misma de los EEUU, está en la misma Constitución. Entonces, supongo que yo, como alguien que vive allí, nunca la he podido naturalizar (a la violencia), la sigo mirando con ojos de extraño. Aunque no sé si se puede naturalizas incluso si eres norteamericano. Es una sociedad que produce muchos sicópatas. Igual también produce mucha gente creadora. EEUU es una sociedad en donde la gente pasa mucho tiempo sola. Y eso es bueno para la creación, pero también para el desarrollo de ciertas sicopatías perversas.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home