Tuesday, April 25, 2006

Un analisis del photoshop en la narrativa de Paz Soldán

Edmundo Paz Soldán, nacido en 1967 en Cochabamba, es tal vez el más conocido internacionalmente de los escritores bolivianos contemporáneos. En cuanto a la novela, Sueños digitales se puede decir que narra la parte final de la breve vida de un joven, Sebastián, que trabaja como diseñador gráfico en un periódico de una ciudad boliviana, Río Fugitivo.




Este diseñador posee una gran habilidad para manipular fotografías, usando programas como Adobe Photoshop; habilidad que demuestra inventando seres quiméricos que tienen un cuerpo y una cabeza que no pertenecen a la misma persona. Gracias a ello se hace conocido y es así como es contratado por el Estado para manipular unas fotografías del presidente (que en esa novela se apellida Montenegro, pero que en cierto modo alude al verdadero presidente de Bolivia, Hugo Banzer); este trabajo termina arruinando la vida laboral, afectiva y matándolo al protagonista.

La novela inserta elementos tecnológicos a un contexto real ya conocido e implica conceptos como globalización y realidad virtual; también se advierte cierta crítica a estas nuevas tecnologías empleadas como medio de evasión en los personajes. "Tiempos posmodernos" (el nombre del periódico donde trabaja Sebastián, el protagonista de Sueños digitales) es alusivo a esta condición. Es de destacar que éste es parte de una serie de temas más o menos similares entre los nuevos escritores latinoamericanos. Al respecto, el mismo autor en una entrevista dice que pertenece a:


“... una generación que vive un momento histórico específico... Mi niñez, en muchos aspectos, no fue muy diferente de la de un niño en Chile o Colombia. Uno de los primeros en incluir estos elementos fue Fuguet. Pero fue muy criticado, dijeron que estaba alienado por la cultura popular estadounidense. Sin embargo, ese fue uno de los caminos para desmarcarse del boom literario. Hoy cualquiera de esos autores sitúa sus novelas fuera de Latinoamérica...”


Quizás uno de los aspectos que más llama la atención de esta novela es que se desarrolla en una nación de las que cualquiera pensaría es más tradicionalista y arraigada en sus costumbre, puesto que en Bolivia existe un gran componente indígena (65% de población). Sin embargo, vemos que los protagonistas escuchan Limp Bizkit; usan Calvin Klein (aunque falsificados en el Paraguay); prefieren pedir sándwich con jamón y queso que llajwa; pasean por centros comerciales pletóricos de Nautica y Benetton; hablan de revoluciones digitales; intercalan en sus conversaciones expresiones como right away; fuman Marlboro y mastican Chiclets Adams; se reúnen en un café cuyas paredes están llenas de fotos de Hollywood o en un bar que se llama Tomorrow Now y se emborrachan con tequila que acompañan con inhalaciones de cocaína; alternan la lectura de Bryce Echenique con Las aventuras de Winnie-the-Pooh; los clásicos del cine les parecen insufribles, por ser en blanco y negro; escuchan versiones techno de El cóndor pasa. El Che Guevara es una imagen más, un ídolo más, como Anna Kournikova, Diego Maradona, Shakira.




Todos los elementos anteriormente enumerados, permitirían catalogar a la novela de globalizada, hasta el punto tal de que puede suceder su acción en cualquier lugar del mundo, pues en todas partes los jóvenes hacen estas cosas. Pero no sólo eso, sino que además, los personajes de Sueños digitales no parecen preocuparse más que por la inmediatez, no están interesados en lo absoluto por defender su identidad nacional, su pasado, su folklore, su idiosincrasia, son desarraigados, que es otra forma de decir globalizados, ya que en la cultura global no hay espacio más que para el hedonismo y las ideologías quedaron en los 60, en personas como los padres de Sebastián. De hecho, a este protagonista aparentemente le afecta poco trabajar para un presidente que en el pasado fue un dictador, un opresor de su pueblo, porque el trabajo le va a permitir mudarse a un apartamento más amplio y mejor ubicado en la escala social. Esto se refuerza en detalles como el hecho de que no hay ni lástima ni compasión ni nostalgia en Sebastián cuando cruza por el frente de la vieja casona (probablemente colonial) donde habitaba el Tío Jurgën.

Por otra parte, vemos que la relación que Sebastián tiene con una tailandesa adquiere un carácter casi patológico, puesto que aún a pesar de estar casados, de poder verla y poseerla todas las noches, se inquieta y se incomoda cuando Nikki, su esposa, no le escribe los dos e-mails que acostumbran enviarse a diario, es decir, parece que la posesión en el mundo real es poco suficiente o poco real y hay que sustentarla y complementarla con elementos de la virtualidad. Esto podría inducir a creer que las cosas están invertidas: para Sebastián es más válido, más verdadero y más tangible el correo electrónico que la proximidad física. A propósito de esto, es algo que llama mucho la atención la angustia de Sebastián por no aparecer en las fotografías del viaje que junto con Nikki, hicieron a la isla de Antigua. Como si el no aparecer en la fotografía, el no ser una imagen, diera a entender que no se existía, o que nunca había estado allí y que la memoria, sus propios recuerdos no valieran de nada sin un refuerzo del exterior. Algo similar ocurre con la pretensión del presidente Montenegro y su equipo de gobierno, al pensar que con manipular y modificar fotos, grabaciones de sonido y video, el mundo real deja de existir, que el pasado se puede anular o que las cosas que no están grabadas, filmadas o fotografiadas en realidad nunca existieron. O como si sólo se existiera cuando hay algo que lo prueba, algo distinto de la existencia misma.


Rafael Victorino Muñoz
Valencia, 1972

Profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación y del Área de Estudios de Postgrado de la Universidad de Carabobo y de la Universidad Arturo Michelena. Narrador y ensayista, autor de Pre-textos (1996, relatos), Alba para dos ciegos y otras maniobras (1997, relatos), Notas y digresiones (2000, ensayos). Ganó el primer premio en el concurso de cuentos “Salvador Garmendia” y obtuvo mención en la Bienal “Simón Rodríguez”. Asimismo, fue seleccionado en el Certamen Mayor de las Letras y las Artes, convocado por el CONAC (2004).

Wednesday, April 19, 2006

Una entrevista sobre la galaxia Pazsoldana

YO NO SOY PARA ESCRIBIR, ESCRIBO PARA SER. UNA VISIÓN AL MUNDO DE PAZ SOLDÁN
René Rivera Miranda


Edmundo Paz Soldán nació en Cochabamba en 1967. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Hansville en los Estados Unidos. Luego hizo un doctorado en Literatura en la misma Universidad. Es autor de libros de cuentos y novelas. Sus libros de cuentos son: "Las máscaras de la nada", "Desapariciones", "La dochera y otros cuentos". En novela tiene "Rio Fugitivo" y "Días de papel", galardonada con el premio de novela "Guttentag".

En 1996, hubo una presentación en la Alianza Francesa de tres novelistas: Edmundo Paz Soldán, Gonzalo Lema y Juan Claudio Lechín. El propósito de la presentación de estos tres escritores, era contribuir, de alguna manera, a la difusión de la literatura nacional. Luego de la presentación, pudimos conversar con Edmundo, quien estaba muy atareado firmando autógrafos de su última novela premiada.

En medio del tumulto, Edmundo, de manera muy coordial, accedió a la siguiente entrevista:

René Rivera Miranda (RRM). Edmundo, ¿qué importancia tiene para ti "Las máscaras de la nada" y "Días de papel"?

Edmundo Paz Soldán (EPS). Bueno, "Las máscaras de la nada" es muy significativa para mí, por el hecho de que yo hasta ese entonces tenía la idea de que un escritor, para ser de veras escritor, debe escribir una novela. Entonces, sin darme cuenta, mientras escribía la novela, escribía estos cuentos que al final resultaron ser más importantes que la novela misma.

El cuento es un género un poco traicionero, porque parece fácil, pero, en realidad, es sumamente difícil, quizá por ello, para mí es muy importante. Pienso seguir escribiendo cuentos, creo que esa es mi vocación, más que la de escribir novelas.

RRM. En "Las máscaras de la nada", hay relatos cortos, bastante breves, ¿De dónde procede esta influencia?

EPS. La influencia principal en mis relatos son Borges y Kafka. Otra tendencia es el hecho de que como aprendí en colegio, debía leer libros de doscientas páginas y para que lean mis compañeros de curso, hacía resúmenes de veinte y treinta páginas. Entonces me acostumbré a resumir, a tratar de resumir todas mis ideas. Además, tengo la sensación de que si escribo largo voy a perderlo al lector. Entonces, muchas veces, trato de apresurarme y de contar las cosas lo más rápido posible. A veces eso es muy bueno y, a veces, malo.

RRM. Dentro de la narrativa contemporánea, ¿Dónde ubicas a tu novela? ¿Hay una ruptura con la tradición anterior o continúas el mismo camino?

EPS. Es muy difícil hablar de rupturas, yo creo que son los críticos los que tendrían que hablar al respecto. Lo que sí sé es que es una novela muy urbana y no hay muchos ejemplos de novelas urbanas en Bolivia. Tenemos "Los deshabitados"", también hay otras, pero no muchas. Como te dije René, hay mucha novela rural, la novela de las minas. Pero novelas que narren situaciones y que suceden en la ciudad hay en menor cantidad. Creo que es una muestra de una tendencia en la literatura boliviana que refleja mucho lo que está pasando en el campo y no en la ciudad.

RRM. Vayamos al ámbito de lo personal. ¿Qué significa para Paz Soldán, esciribir?

EPS. Es mi vocación, yo sé que aunque fuera mal escribiendo, seguiría haciéndolo, porque es una forma en la que yo me defino frente al mundo, es la forma en la que mi ser se expresa frente al mundo. Todo lo demás es secundario para mí, pero escribir es la parte constitutiva, yo no soy para escribir, escribo para ser. Entonces, eso sería como la parte constitutiva de mí.

RRM. ¿Cómo nace una obra en Paz Soldán?

EPS. Nace por suerte en cualquier lugar, puede nacer de esta conversación, ¡eh!. Puede nacer de una charla con unos amigos o de una anécdota que me cuentan o de una cosa que veo en la TV o algo que lea. Antes me nacía todo, me forzaba a que me nazca, buscas temas, pero en la práctica, ya no necesito esforzarme. Ahora, yo estoy caminando y de pronto pasa algo que me llama la atención y digo ahí, esto puede ser interesante para un cuento. Pero lo dejo ahí, y si a los dos o tres días me sigue persiguiendo la idea, entonces medio que comienzo a trabajarlo más.

RRM. ¿Qué cuentos prefieres de los ya publicados?

EPS. Es muy difícil de decidir, quizás "La transformación" porque fue uno de mis primeros cuentos serios, en el sentido de que los escribí, y me costó mucho. Quizá más que nada por la parte simbólica, de que ahí comencé a sentirme escritor.

RRM. En el ámbito del escritor nacional, ¿Cuál crees que es la situación actual del escritor en Bolivia?

EPS. En cuanto a la parte económica todavía es muy limitada, todavía es muy difícil para un escritor mantenerse de lo que escribe, a no ser que uno sea un Boero Rojo, ahí es el único escritor que puede mantenerse con su libro Bolivia Mágica. En cuanto a los escritores, sí es muy difícil mantenerse de lo que uno escribe. En cuanto a la otra parte, creo que se da una muy buena época literaria en Bolivia. He visto, he leído mucho sobre obras contemporáneas. Antes se podía hablar de uno o dos por década, pero ahora es diferente.

Entonces, creo que los críticos se van a dar cuenta de que estamos asistiendo a un periodo, a una renovación de la literatura nacional en cuanto a temas, un literatura más moderna, más agresiva, más segura de sí misma, más dispuesta a internacionalizarse, digamos.

RRM. Para finalizar Edmundo, ¿qué autores nacionales prefieres de la vieja tradición literaria y a qué autores contemporáneos?

EPS. Bueno, de la vieja tradición me gusta mucho Nataniel Aguirre; me encanta Franz Tamayo y también algo de Alcides Arguedas. De los nuevos, más que nuevos, de los contemporáneos, Jesús Urzagasti, Gonzalo Lema. Estos dos últimos son, creo, los que más me gustan.

Monday, April 03, 2006

Conversación sobre Capote

Capote, ‘todo valía a la hora de escribir una obra maestra’
Un escritor habla de otro. La película galardonada “Capote”, acerca de la vida del autor norteamericano, se exhibe en salas del Cine Center y es motivo de una conversación con el boliviano Edmundo Paz Soldán.

Por: Mario R. Espinoza Wieler
Habrá que convenir en la dimensión de Truman Capote como escritor y en el alcance de su obra, particularmente “A sangre fría”, libro que se relaciona en el filme que acaba de ganar estatuillas Oscar y que está en la cartelera local de cines.

Mediante una comunicación por internet, ése es tema de conversación con el narrador boliviano Edmundo Paz Soldán, radicado en Estados Unidos.

¿Cómo evalúa el aporte de Capote a la literatura?

Edmundo Paz Soldán: Si bien Capote no sólo es “A sangre fría”, su influencia en la literatura universal se debe principalmente a esa obra. Los años 60 fue la década del Boom, pero también la del Nuevo Periodismo: escritores como Tom Wolfe o Hunter Thompson, que utilizaban recursos narrativos para sus artículos periodísticos. En esa confluencia entre la literatura y el periodismo, Capote prácticamente inventó por su cuenta el género de la “novela de no ficción”. Se trata de utilizar todos los recursos de la ficción narrativa para contar una historia ocurrida en la vida real. Supuestamente el escritor no inventa, pero sabemos que eso nunca es del todo cierto: ya en la elección de la forma de narrar su material Capote es subjetivo, inventa una trama de varias posibles.

¿Entonces era un genio literario como él se autodefinió?

Capote era un genio precoz que, después de A sangre fría, se dedicó a desperdiciar todo el inmenso talento que tenía.

La película está basada en un libro escrito por Gerald Clarke, quien compartió con Capote los 10 últimos años de su existencia y además investigó mucho su vida; ¿el punto de vista del director Miller es respetable, hablando de la objetividad de hechos y personajes?

La película captura bien algo central en la vida de un escritor: su capacidad para distanciarse, para ser descarnado con tal de escribir un gran libro. Capote en eso no era diferente de Flaubert, que solía ir a los velorios para ver qué se sentía y luego escribir al respecto. En todo gran escritor, Capote lo era, hay un pedazo de hielo en el centro de su corazón. Miller atrapa a ese Capote.

Además de genio, ególatra, Capote fue cínico manipulador, que traiciona a su fuente...

Faulkner decía que los escritores se alimentan de carroña. Capote era un caso radical. Su postura era ambivalente, había llegado a ser amigo de Perry y Smith, pero pensaba que todo valía a la hora de escribir un gran libro. No fue el primero ni será el último que sacrifique todo en procura de la obra maestra.

¿No hay en esa actitud, una trasgresión de la ética?

Sí. Es mejor leer a los escritores y no conocerlos en persona. Muchos como Capote parecen muy simpáticos, pero serían capaces de traicionar hasta a su madre si creen que el libro que están escribiendo lo amerita.

“Se alimentan de carroña”, “hielo en el corazón”, “todo por un libro”, son cosas muy fuertes y las dice un escritor...

Bueno, no todos son así, hay gradaciones. Pero lo cierto es que el que quiera ser escritor necesita una buena dosis de falta de pudor y no muchos escrúpulos a la hora de encerrarse a escribir.

¿Dónde queda el arte tras el “comportamiento radical”?

Leí hace poco “A sangre fría”. Es una obra maestra. Sigue siendo importante por sí misma y por su influencia en la literatura contemporánea.

‘Fascinación del narrador por el asesino’

Me impresionó la construcción de la relación entre escritor y asesino y no pasa sólo por la condición homosexual de Capote...

Sí, eso está bien logrado. Capote se identificaba con Smith. Capote creció en el sur, provenía de una familia pobre, era marginal por su temperamento. De alguna forma perversa se vio reflejado en Smith. Y Philip Seymour Hoffman (protagonista) capta esa fascinación del escritor por el asesino.

Se estrenará otra película sobre Capote, “Infamous”, se reeditó la biografía escrita por Gerald Clarke y se ha publicado ‘Travesía de verano’ que Capote escribió a sus 19 años ¿es más que moda?

Creo que es la constatación de que hoy por hoy la narrativa de no ficción se ha vuelto muy importante. Hay por ello un deseo de conocer los orígenes y allí nos encontramos con Capote. A veces pienso que el siglo XXI será el de la narrativa de no ficción, de las memorias, de la investigación periodística.