Friday, February 11, 2011

"Tengo una historia en mente que estará ambientada entre 1978 y 1982,cuando hubo mas de seis golpes de estado en mi país"


Por Tatiana Pérez

Tenía 17 años cuando dejó Bolivia para estudiar. En 1998 nació en las páginas de la novela, Río Fugitivo, un pueblo boliviano imaginario al cual por el momento no tiene planes de regresar.

“Tengo una historia en mente que estará ambientada entre 1978 y 1982, cuando hubo más de seis golpes de Estado en mi país y los viví como adolescente. No sé si usaré mi Cochabamba natal o regreso a Río Fugitivo”, reflexiona quien este año verá publicado su libro de cuentos La inquietud de las criaturas. Lo cierto es que de Bolivia no se ha ido. Mantiene una excelente relación con los autores de la nueva generación y está en cierta tregua con los que le precedieron. Antes se le cuestionó dónde estaban el paisaje, los mineros y los campesinos bolivianos en sus historias. La urbe sólo tenía cabida en la literatura local en contadas excepciones.

“Viví con una sensación muy culposa de que no era buen escritor boliviano. Tardé mucho en expiar esas culpas y en darme cuenta de que, no importaba que ambientara una novela en Nueva York, igual dialogaba o pertenecía de una forma u otra a la literatura boliviana o latinoamericana. Ahora lo tengo claro”, proclama.

Desde el 2005 mantiene un blog “Río Fugitivo”, en el espacio literario cibernético del diario español El País.

“Será un nuevo género”, vaticina, “tiene algo de crónica tradicional, cuaderno de apuntes o cosas del ensayo. Cuando los medios aparecen, es muy difícil que tengan su propio lenguaje e imitan uno que existió antes”.

Le parece fascinante el momento sociopolítico que vive su país y al presidente Evo Morales lo describe como “un personaje de película”. Que los nuevos escritores opten por no narrar aún la historia viva le parece “sano”.

“No hay esa cosa dogmática de que tienes que escribir una novela sobre Evo porque este es el momento histórico, quizá a mí me fascine porque vivo fuera”, reconoce.

Wednesday, February 09, 2011

Tradition et modernité dans l'oeuvre d'Edmundo Paz Soldan



Libro de ensayos y critica literaria que explora los cuentos y novelas de Edmundo Paz Soldán desde una vision academica, el libro habla de la modernidad de Paz Soldán en sus 181 paginas, el libro es una obra de Erich Fisbach,muy necesario para conocer el mundo narrativo de este maravilloso narrador,la obra esta publicada en frances,espero que alguien la traduzca al castellano,para aquellos lectores bilingues que saben hablar y leer en frances sera un torbellino de descripciones sorprendentes sobre los libros del creador del famoso cuento llamado "Dochera".

Friday, February 04, 2011

Rio Fugitivo : La vida de Roberto Moreno



Por David Pérez Vega


La primera vez que me fijé en el nombre de Edmundo Paz Soldán fue leyendo la contraportada del libro Niñas y detectives de la boliviana Giovanna Rivero, escrita por él. Busqué en Internet y averigüé que Paz Soldán, al igual que Rivero, es un escritor boliviano, que además, pese a haber nacido en 1967, tiene ya una sólida obra en su haber, y que en España está casi toda publicada por Alfaguara.


El tiempo narrativo de Río Fugitivo nos lleva a 1984, cuando tanto el narrador, Roberto Moreno, como el autor, Edmundo Paz Soldán, tienen 17 años; y la acción se sitúa en la ciudad boliviana de Cochabamba, de donde también es Paz Soldán.
“En aquellos días ya lejanos –pero todavía recuperables para mi memoria-“, así empieza este libro evocado, como nos percataremos en las páginas del epílogo, desde una distancia de 13 años, cuando el narrador ha alcanzado ya los 30.
Roberto nos habla de su último año en el colegio Don Bosco, donde acuden los hijos de la clase alta de Cochabamba, y el mismo narrador admite su deuda con Mario Vargas Llosa y La ciudad y los perros en la página 26 de la novela: “Serás nuestro Vargas Llosa, me decía, y yo encantado, Vargas Llosa era mi modelo, quería –quiero- escribir de Bolivia como él escribe del Perú y de paso que todo el mundo me lea”.


La novela comienza con la vuelta al colegio Don Bosco tras las vacaciones de verano. En el patio se reencuentran los compañeros con su realidad clausura durante 3 meses. Roberto está ansioso por oír las historias que sabe que le van a contar sus amigos, ya que se trata de alguien que cataloga a las personas que le rodean según su versatilidad como narradores.


La novela, en sus partes más cómicas, además de La ciudad y los perros, también podría entroncar con las evocaciones melancólicas y divertidas que hace en sus libros el también peruano Alfredo Bryce Echenique; estoy hablando principalmente de No me esperen en abril o Un mundo para Julius. Aunque en la novela de Paz Soldán nos olvidamos pronto que, como se anunció en su primera línea, se trata de una evocación, porque todos los avatares de ese último curso en el Don Bosco se describen desde una gran cercanía narrativa. De hecho, ni siquiera una grave desgracia familiar, con la que nos topamos en la página 194, enturbia ni cubre de significados diferentes la descripción de las semanas previas al suceso terrible, que en realidad es el que está marcando la novela y la necesidad de volver a aquel pasado.


Los capítulos se desarrollan siguiendo una forma compositiva similar en casi todos: se narra un suceso presente para Roberto (su primera persona mediatiza la novela), por ejemplo, una caminada junto al río, y entre los huecos de ese paseo se evocan acontecimientos acaecidos durante los últimos días.


Dentro del modelo que La ciudad y los perros supone para este libro, Roberto también escribe textos que vende a sus compañeros, cartas o poemas de amor, relatos eróticos, que en la mayoría de los casos son plagios de obras conocidas.


Roberto consigue levantar el recuerdo de sus compañeros de curso y profesores, perfilando a una concurrida multitud de vívidos personajes secundarios, además de describirnos con minuciosidad a sus familiares y vecinos. También se dibuja como telón de fondo la crisis económica que vivía el país en la década de los 80 bajo el gobierno democrático del presidente Siles, con continúas huelgas, movilizaciones e hiperinflación del 200% al mes.
Dentro de un contexto de desigualdades sociales, de deterioro mediambiental, de familias disfuncionales, Roberto sueña con perfilar por escrito el crimen perfecto. Para ello ha creado un alter ego llamado Mario Martínez, personaje de sus cuentos, eficaz detective que trata de devolver el orden que lleva el crimen a la ciudad idealizada de Río Fugitivo.


Cuando en la página 194, el crimen o la muerte accidental irrumpen en el relato, Roberto se verá tentado de buscar a su Watson y convertirse en Sherlock Holmes. Su investigación particular le llevará a descubrir que la realidad no es como él hubiera querido que fuera en Río Fugitivo, que “la realidad siempre sorprendía” (pág. 314), y que el mundo además de estar lleno de narradores interesantes también lo está de “narradores peligrosos” (pág. 354).


Otro de los recursos narrativos de los que más se vale Paz Soldán en esta obra es del discurso digresivo. Roberto, mientras la trama novelística avanza, reflexiona continuamente sobre todo: la personalidad de cuantos le rodean, la fuerza de la herencia genética, la realidad de su país, la literatura… creando una gran novela-río en la que cabe casi todo, desde el lugar común adolescente a emotivas palabras sobre la familia, los amigos, el paso del tiempo…
Me ha sorprendido comprobar que ésta no es la primera novela de Paz Soldán, porque contiene casi todas las características de una primera novela: las ganas ansiosas de levantar un mundo complejo (muy cercano al propio) en el que poder hablar sobre todo lo imaginable.


Reflexiono sobre mis últimas tendencias lectoras: leer novelas cortas y libros de relatos. Y me cuestiono esto porque los personajes de Río Fugitivo me han acompañado durante unos 10 días, alzando para mí, cada vez que tomaba el libro, en un autobús, un aula, una cafetería, el sofá de mi casa… el mundo de una desconocida Cochabamba en los años 80, donde los sueños, los miedos y los descubrimientos de un adolescente son como en cualquier otra parte del mundo, como los de cada uno, misteriosos y únicos.
He sentido pena al acercarme a las páginas finales del libro, y éste es uno de los mejores elogios que se me ocurren.

Tuesday, February 01, 2011

«Descreo de buena parte de lo “experimental”. Alguien dijo que se tiende a hablar de “literatura experimental” cuando el experimento ha fracasado».




Cuatro nobles verdades

«Descreo de buena parte de lo “experimental”. Alguien dijo que se tiende a hablar de “literatura experimental” cuando el experimento ha fracasado».

(26.01.11)Aunque hace más de una década que Edmundo Paz Soldán no publica un nuevo libro de relatos —Amores imperfectos, el último de ellos, apareció en 1998—, gran parte de la crítica y de sus lectores lo siguen considerando como un gran cuentista. Allí está, por ejemplo, el magnífico «Dochera», con el que hace unos años ganó el Premio Juan Rulfo de cuento y que además, entre otras formas de reconocimiento, inspiró a un entusiasta bloguero de su país para fundar el Dochera Fan Club.

Pero esta situación durará poco. Hace unas semanas, Paz Soldán anunció que después de Norte, su próxima novela, cuyo lanzamiento con Mondadori está confirmado ya para el 18 de marzo, se centrará en la preparación de su nueva colección de cuentos. Lo decisivo en su caso no será terminarlos, sino elegir entre todos los que ya tiene listos cuáles podrían ir bien juntos en un libro. Y pensar en un buen título, claro.

Mientras ese momento llega —lentas son las horas del que escribe...—, el autor boliviano nos envía sus cuatro consejos para armar un buen relato de ficción:


1. Cuando tenía dieciocho años escribía cuentos de dos y tres páginas y quería escribir cuentos más largos. Ahora escribo cuentos largos y no me salen los breves; y eso que quisiera que me salgan. Moraleja: uno propone, pero tiene que saber escuchar lo que la forma dispone.

2. Nunca me siento a escribir un cuento sin saber en qué va a terminar. Eso significa que a veces puede estar rondándome durante un par de días o cinco o seis años. Por supuesto, eso no significa que, llegado el caso, no cambie el final que planeaba originalmente. Es bueno tener un mapa, aunque sólo sea para desecharlo cuando sea necesario.

3. Comencé creyendo que había que escribir cuentos como Borges y Cortázar y tener una vuelta de tuerca en las últimas líneas. Pensaba que sin esos fuegos de artificio un cuento no valía nada. Luego leí a Hemingway y sentí que a sus cuentos les faltaba la página final. Tardé en comprender que se trataba de otra escuela. Aprendí que muchas vueltas de tuerca son tramposas, y que si no llegan naturalmente lo mejor es prescindir de ellas. Es bueno no atarse a un solo registro.

4. Un cuento era para mí sobre todo una trama y ahora es un personaje, una voz, una forma de ver el mundo. Lo que servía hace un par de siglos sigue sirviendo hoy. Descreo de buena parte de lo «experimental». Alguien dijo que se tiende a hablar de «literatura experimental» cuando el experimento ha fracasado.


Fuente de la informacion: Revista Eñe