Saturday, April 16, 2011

Entrevista a Paz Soldán :"He estado escribiendo cuentos, pero para mí no es suficiente escribir cuentos, tengo que pensar en ellos como un libro"





Edmundo Paz Soldán, el reconocido y entrañable escritor boliviano, se encuentra en Lima –invitado a participar del Festival Eñe América– y nos trae dos novedades: una reedición peruana de su libro de cuentos Amores imperfectos (Estruendomudo, 2011) y Norte (Mondadori, 2011), su más reciente novela. Inmejorable oportunidad para charlar con él sobre estas dos publicaciones.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

Acaba de aparecer una reedición en Perú de Amores imperfectos, que es tu tercer libro de cuentos (el primer libro tuyo que yo leí). Más de diez años después de su aparición, cómo es tu relación con él.

Es un libro al que le tengo mucho cariño, porque es el libro con el que empecé a encontrar lectores fuera de Bolivia. Yo lo veo como un libro curiosamente de transición. De hecho, el libro tiene dos partes. Yo había comenzado con cuentos muy breves, muy borgeanos, en donde interesaba mucho la trama; muy en la tradición latinoamericana en donde la trama es más importante que la psicología de los personajes. Pero ya en esos años estaba viviendo en Estados Unidos y había comenzado a escribir cuentos más en el estilo norteamericano; en la tradición norteamericana la psicología de los personajes es mucho más importante. Mi idea era buscar una fusión entre ambas tradiciones. Y creo que este libro de cuentos es de transición; creo que la primera parte pertenece a la época que estaba dejando, y la segunda parte, a la nueva época que venía. La primera está creo más marcada por Borges, Kafka, Onetti, que son autores que marcaron mis dos primeros libros de cuentos.

… Y Cortázar, también.

Sí, Cortázar, también. En la segunda parte, en cambio, tenía como modelo y pensaba en cuentos como Los jefes: personajes que se repiten, personajes de adolescentes o jóvenes en un mundillo de la clase media en Bolivia, en Cochabamba. Pero ya son cuentos con tonos de atmósferas diferentes a los de la primera parte.

Recuerdo muchos cuentos de ese libro. Pero me viene a la mente uno que me estremeció: “La puerta cerrada”.

Ese es un homenaje personal a Rulfo. El mundo de cuentos como “Diles que no me maten”, ese mundo asfixiante de pueblo chico, de esa gente que se mueve por impulsos, gente muy sencilla pero que a la vez tiene algo muy complejo en su sencillez. Yo había leído los cuentos de El llano en llamas. Y quizás en una lectura directa no se ve de inmediato que el cuento haya nacido de Rulfo. Pero para mí, personalmente, recuerdo que el cuento nace de una lectura de El llano en llamas. Para es un homenaje secreto, porque no es obvio, no hay guiños, no hay referencias.

Este libro (Amores imperfectos) es también el último libro de cuentos que publicas…

Sí, después me metí de lleno a la novela. Y la novela me consumió los siguientes diez años de escritura. He estado escribiendo cuentos, pero para mí no es suficiente escribir cuentos, tengo que pensar en ellos como un libro. En estos más de diez años tengo muchos cuentos y recién ahora he podido armar un libro. De hecho ya tengo un nuevo libro de cuentos terminado, con cierta unidad temática, con cierta unidad de ambientes, si bien no van a entrar todos los cuentos que he venido escribiendo en los últimos diez años. Es un libro que parte de Amores imperfectos, porque hay cuentos de hace diez años. Pero aquí en Amores imperfectos me interesaba el tema del desasosiego en la pareja, en las relaciones sentimentales para decirlo más ampliamente, porque un tipo de relaciones perversas entre padre e hija. Pero el nuevo libro trabaja más el tema del desasosiego a un nivel más existencial, general, no sólo de relaciones de parejas.

Acabas de publicar Norte, una nueva novela en donde retomas el tema de la violencia en Estados Unidos que habías iniciado con Los vivos y los muertos. ¿Cómo surge esta novela?

Esta surgió de una intuición. Aunque no está directamente relacionada con la novela de Bolaño, en Los detectives salvajes leí una frase que más o menos era algo así: “Mexicanos perdidos en México”. Algo así. Entonces, me vino una intuición: “Latinoamericanos perdidos en Estados Unidos”. Ese fue como el germen de la historia, como decía Henry James. Entonces comencé a pensar en historias de latinoamericanos. El otro lado del sueño americano. En la inmensidad de un continente con tanta inmigración, hay historias de gente que perdió el ancla, se desarraigó, se extravió. Una muestra puede ser el personaje de Alberto Fuguet en Missing: su tío que se desaparece de la familia y al que encuentra cuarenta años después. Comencé a recolectar historias, y tenía muchas. Y a partir de esas historias me di cuenta que había varias que no terminaban de articularse con el resto. Y que había sí un grupo de historias que estaban relacionadas al tema de la frontera y de la violencia.

Tengo entendido que en Norte hay un personaje importante que es real: Jesús, un asesino en serie…

Sí, hay dos historias reales. Jesús, el asesino en serie, que llegó en un momento a estar de número uno en la lista de los más buscados del FBI; el número dos era Bin Laden, a principios de los noventa. Y Martín Ramírez, un pintor mexicano que estuvo 30 años recluido en un psiquiátrico. Era un brasero inmigrante ilegal que no tenía dinero. Esos dos personajes son centrales en la novela. Por un lado, la locura y rabia de Jesús, ante una sociedad que lo rechaza. También algo que ya está en él incluso antes de irse a EEUU, que es la patología del sicópata. Y, por otro lado, en Martín está la locura, pero otro tipo de locura. El era algo esquizofrénico, tenía un leve retardo mental. Y a partir de allí, la locura de la creación, de refugiarse en el arte, ante un mundo que le es hostil.

Durante tu anterior visita a Lima me comentaste que tenías en mente tres novelas sobre la violencia en EEUU. Esta sería la segunda. ¿Cómo va la tercera?

Sí. Tengo una novela corta que está basada en la historia real de un hombre que secuestra a una chiquilla de trece años y la tiene encerrada en su casa por ocho años. Tengo una versión de esa novela corta desde hace tres años, pero no me convence. Ahora que tengo terminada Norte quisiera volver a esa novela. Pero también tengo en mente una novela de ciencia ficción. Entonces no sé con qué proyecto seguir.

El tema de la violencia en EEUU, país en el que resides, te ha marcado mucho, ¿no?

Es inevitable. Es otro tipo de violencia. En Bolivia hay una violencia política. Pero en el día a día en el colegio máximo había peleas, insultos. Pero no escuchabas muchos hechos de sangre. En Estados Unidos lo que abruma es la facilidad con la que están presentes las armas, que es parte de una cultura de frontera, y que está en la formación misma de los EEUU, está en la misma Constitución. Entonces, supongo que yo, como alguien que vive allí, nunca la he podido naturalizar (a la violencia), la sigo mirando con ojos de extraño. Aunque no sé si se puede naturalizas incluso si eres norteamericano. Es una sociedad que produce muchos sicópatas. Igual también produce mucha gente creadora. EEUU es una sociedad en donde la gente pasa mucho tiempo sola. Y eso es bueno para la creación, pero también para el desarrollo de ciertas sicopatías perversas.

Wednesday, April 06, 2011

Emigrar al Norte



Por Laura Raices Matassa

A sus 44 años, el boliviano Edmundo Paz Soldán publica su novela Norte, la novena en su rica trayectoria literaria que le convierte en uno de los más destacados escritores latinoamericanos de los últimos años.

La frontera entre México y Norteamérica

“Ningún ser humano es ilegal” lee Jesús en una pared de El Paso. Entre Estados Unidos y Latinoamérica transcurre la vida de los tres protagonistas de Norte, que en diferente tiempo y espacio compartirán las mismas sensaciones de desarraigo, arte y soledad.

Jesús, un adolescente mexicano cuya ira contra la sociedad le llevará en 1984 a asesinar a una prostituta, Suzy, tras lo cual irá desencadenándose en él un impulso desenfrenado que le convertirá en el “Railroad Killer” (el asesino del ferrocarril), uno de los criminales en serie más buscados de los Estados Unidos.

Martín, un inmigrante mexicano residente en California que tras quedarse sin trabajo y sin papeles entra en un estado de demencia catatónica, lo que le llevará a descubrir en la pintura una forma de expresión que en la década de los ´50 hará de él un reconocido artista. Y Michelle, una dibujante de comics boliviana que vive en Texas en pleno siglo XXI, aunque para ello debe trabajar en la tienda de comida rápida Taco Hut. La tortuosa relación que mantiene con su antiguo profesor de literatura la llevará a tomar decisiones trascendentes.

Desarraigo, odio y esperanza

El boliviano supo servirse de su capacidad para el relato breve contando historias paralelas a los protagonistas. Un drama psicológico donde el narrador omnisciente irá hilvanando la vida de estos personajes y la mirada que cada uno de ellos tiene sobre el exilio. Abundantes realidades cercanas al autor y un gran dominio del matiz abrirán un abanico sobre el que se desplegarán los más diversos sentimientos: desarraigo, soledad, odio y esperanza.

Con la precisión de fechas y del contexto histórico hará referencia a temas tan actuales como el ataque de las Torres Gemelas o la guerra de Afganistán.

La barrera idiomática es una realidad que enfrentan los tres protagonistas y que queda reflejada mediante el uso del spanglish, cuyo uso se potenciará en boca de Michelle.

Las mafias: coyotes y policías

El autor no pasa por alto uno de los hechos más desgarradores de México, quienes intentan cruzar la frontera para llegar a Norteamérica y todas las mafias que se engendran a su alrededor, desde los coyotes hasta la propia policía. Al igual que en su anterior novela, "Los vivos y los muertos", la mirada crítica sobre la violencia social se hace eco en cada una de sus páginas, por lo que no es casual que dos de sus personajes se hayan inspirado en casos reales, Jesús y Martín.

El racismo, un tema recurrente en sus novelas, se hace multifacético en Norte, incluyendo a los mismos mexicanos residentes en Norteamérica. Pero al narrador no le interesan los delitos o excesos que en consecuencia comenten los protagonistas, sino la forma en que cada uno de ellos asimila esta realidad mediante el arte. La pintura en Martín, los cómics y la literatura en Michelle y la escritura en el caso de Jesús, una constante en las novelas del boliviano, como el personaje de Roby en Río Fugitivo.

Aunque el exilio es la nota predominante, el autor no deja atrás temas tan actuales y polémicos como el aborto, las drogas o la prostitución, esbozados con gran intensidad en boca de sus personajes. Martín describe las “salas hacinadas de pacientes, pisos y paredes sucias, jardines descuidados y baños malolientes” (p.187) del hospital psiquiátrico.

Sencillez y realismo social

Un lenguaje sencillo y preciso describe las más profundas emociones. Las comparaciones y las preguntas retóricas le adentrarán en los más hondos planteamientos filosóficos. La aparente sencillez encierra hermosas metáforas y una fina ironía, que por momentos parece contraponerse con la crudeza de las violaciones, asesinatos y los perversos juegos sexuales. Aunque la necesidad de escenificar la escena le lleva a veces a un forzado lenguaje inglés, como cuando Jesús “se había llenado los bolsillos de M&M, Snickers y Three Musketeers en un Seven Eleven. Tomó un sorbo de una lata Dr. Pepper” (p.46).

Paz Soldán, profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell de Estados Unidos, hace números guiños al lector sobre cine, pintura y literatura.

Norte constituye una prueba más del realismo que caracteriza a Soldán. Típico de la corriente McOndo, muestra la influencia de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías en el paisaje urbano, titulares sensacionalistas que aumentan el odio hacia los inmigrantes y entorpecen la labor policial, o el uso de los blogs e internet. Norte es una novela cuyo realismo social les sumergirá en los más complejos y profundos sentimientos que genera el exilio.

Monday, April 04, 2011

Primera Reseña de "Norte" por Salvador Gutiérrez Solís



Norte, Edmundo Paz Soldán
Mondadori, Barcelona, 2011. 282 pp. 21,90 €

Salvador Gutiérrez Solís

He pasado buena parte de la noche leyendo Norte, hacía mucho tiempo que no me sucedía. Y ahora, frente a la pantalla del ordenador, el teclado en mis dedos, tendría que comenzar a escribir una reseña/crítica de esta novela. En esta ocasión, no tiene sentido. ¿Por qué? Con frecuencia, las críticas/reseñas literarias, aunque se camuflen en el interior de una balada elogiosa, dulce, tienen algo de preventivas. Es una contradicción reiterada que no consigo comprender, que incluso me suele enojar. Es como si nos encontráramos, en una guía del gourmet, ante la reseña/crítica de un restaurante que califican como excelente al mismo tiempo que nos previenen del exceso de pimienta, del precio, del vino de la casa o de los manteles, a pesar de que nos recuerden incesantemente que se trata de un restaurante excelente. O algo parecido.
Norte ha despachado mi sueño –y sus horas- porque es una novela maravillosa, excepcional, bellísima, más que excelente. Pero excelente, excelente: manteles limpios, buen vino y la pimienta en su justo punto. No debería argumentar más, tan sólo recomendarle muy encarecidamente que se dirija a la librería más cercana –o habitual- y adquiera un ejemplar. Nada más, debería bastar. Qué más le podría decir. Que Edmundo Paz Soldán ha logrado una perfecta arquitectura narrativa en la que encajan todas las piezas, que Norte es una exhibición de Literatura del más alto nivel, que esta novela traza con minuciosidad las coordenadas sobre las que se expande el Castellano, no sé, que las historias te hipnotizan y secuestran desde el primer instante, sí, todo cierto. Insisto: vaya a la librería y compre Norte.
Empiezo a pensar que es mucho más fácil escribir una reseña/crítica preventiva. Qué más le puedo decir. No sé, que si a usted le gusta la buena literatura, las grandes novelas, lea Norte. Que si a usted le gusta la buena música, de ahora y siempre, de Elvis a Calamaro, lea Norte porque le gustará, mucho. Que si usted es aficionado al mejor cine, de Ford a los hermanos Coen, seguro que Norte le fascinará. En fin, siento la parquedad, pero es que cuando se tiene la fortuna de escribir/recomendar sobre una novela tan absolutamente sensacional, entiendo que lo más honesto y generoso —con otros lectores— es pretender que sean muchos más los que disfruten lo que yo ya he disfrutado. Por tanto, nada más que decir: vaya a la librería y compre Norte, la nueva novela de Edmundo Paz Soldán.

Sunday, April 03, 2011

Paz Soldán: Hay algo de mi historia personal en “Norte”




Abc.com | Madrid

Edmundo Paz Soldán llegó a Estados Unidos desde su Bolivia natal a comienzos de la década de los 90. Fue entonces cuando, sin pretenderlo, se cruzó en su vida la historia de Jesús, un joven mexicano que terminó convertido en el «Railroad Killer», uno de los psicópatas más buscados por el FBI por el rastro de cadáveres que fue dejando en su viaje a lo largo de Estados Unidos. Casi 20 años después ese adolescente es uno de los protagonistas de «Norte», la nueva novela de este escritor boliviano definido por Mario Vargas Llosa como «una de las voces más creativas de la actual literatura hispanoamericana».
- ¿Qué siente al recibir elogios de todo un Premio Nobel de Literatura?
- Mario Vargas Llosa fue un referente para mi generación, igual que para otros fueron Julio Cortázar o Gabriel García Márquez. Vargas Llosa hacía un tipo de literatura realista que tenía que ver con el intento de narrar la problemática del continente. Es un ejemplo a seguir, sobre todo en cuanto a su arquitectura narrativa, a la forma en la que ha logrado combinar elementos clásicos del realismo del XIX con la experimentación formal del XX.
- «Norte» es su novena novela y en ella mezcla personajes ficticios con otros tan reales como Raúl, el «Railroad Killer». ¿Qué le atrajo de él, por qué decidió contar su historia?
- Tiene bastante que ver con mi historia personal. Llegué a Estados Unidos en el 88 y en aquel momento comenzaron los primeros crímenes. Vi la noticia en los medios más de una vez, pero no le presté demasiada atención, fue una coincidencia temporal con mi llegada. Lo que luego reactivó mi interés fue que en los últimos años ha habido un endurecimiento muy fuerte de las políticas de inmigración en Estado Unidos. En el imaginario americano hay como un miedo muy fuerte, una ansiedad hacia esta oleada de hispanos que estamos invadiendo el país. Sentí que Jesús podía encarnar en la novela como una materialización de todos esos miedos del norteamericano medio ante el inmigrante.
- ¿Qué emoción buscaba despertar en el lector al escribir «Norte»?
- La novela cuenta el sentimiento de estar perdido, deambulando, sin tu ancla, en un continente extraño, en un país que no es el tuyo. Quería mostrar ese extravío en los personajes. Muchas veces la relación del inmigrante hispano con Estados Unidos es de hostilidad porque te sientes literalmente en una cultura ajena y ahí aparecen diversas patologías que muchas veces tienen que ver con la violencia. Eso es lo que sucede en el caso de Jesús.
- ¿Por qué será que nos atraen tanto los psicópatas?
- Una cosa que busca mucho el escritor es encontrar un símbolo que se pueda hacer carne, una ansiedad que se pueda materializar. Con todo este debate tan recalcitrante, tan extremo, surgido en EEUU en los últimos años y creado en parte por el Tea Party, relacionado con el miedo visceral hacia la inmigración hispana pensaba que el psicópata Jesús encarnaba justamente todo ese miedo, ese rechazo. ¿Por qué se rechaza la inmigración? Porque puede haber un Jesús que puede violar a tu mujer, a tus hijas... Cuando es curioso porque son un país que muy creativo en el ámbito de la violencia. Nos atrae aquello que es muy diferente, esa falta de empatía que también hay en gente como Hitler o Stalin, la versión contemporánea del horror. Desde el lado perverso y siniestro me parece fascinante intentar entender a un personaje así y, sobre todo, hacérselo entender al lector.
- ¿Qué piensa de la actual política inmigratoria en Estados Unidos?
- Hay una desconfianza que se manifiesta en el discurso apocalíptico de la derecha norteamericana y que tiene que ver con esa sensación de amenaza. El tema de la inmigración en Estados Unidos es muy complejo porque como la presencia de la comunidad latina en las urnas es cada vez más fuerte, los políticos tocan este tema con pinzas. Debido a eso no ha habido una reforma lógica en los últimos 20 años y hay una especie de vacío legal que está tratando de ser respondido a nivel estatal con medidas extremas como la de Arizona.
- ¿Y la situación de México, con Ciudad Juárez como macabro referente?
- Los estados de la frontera de Estados Unidos tienen un gran miedo al efecto contagio de Ciudad Juárez, a que la violencia desaforada termine extendiéndose a las ciudades fronterizas estadounidenses. Pero Estados Unidos tiene que reconocer su complicidad en la violencia de ciudades como Ciudad Juárez. Diferentes mafias han empleado Ciudad Juárez para entrar en Estados Unidos desde los años 20 del siglo pasado. Entonces fue el alcohol, ahora es el narcotráfico. Los esfuerzos del estado mexicano por erradicar la violencia en la frontera no van a llegar muy lejos sin el apoyo de Estados Unidos. Hasta que no se vea como un problema conjunto no se va a solucionar.
- ¿Cuál es el estado de salud de la actual literatura hispanoamericana?
- Tenemos una ventaja: somos muchos países y por eso siempre va a haber un grupo interesante de escritores. La actual es una generación muy ecléctica y que tiene una gran virtud que es que trabaja mucho la escritura, son escritores muy literarios. Entre tanto avance de los nuevos medios, la literatura hispanoamericana ha intentado replegarse sobre sí misma y ver qué hace bien que no hace el cine o la televisión. Me gusta este compromiso del lenguaje como punto de partida. Por citar a algunos destacaría a Rodrigo Hasbún, Carlos Yushimito, Samanta Schweblin, Carlos Velázquez... Pero seguro que después me vendrán a la cabeza muchos otros.
- ¿Qué opina del diálogo entre la literatura e internet?
- Me parece fundamental. Es inevitable que los escritores se apropien de ciertas formas de narrar propias de otros medios y las incorporen como punto de partida para trabajar. El escritor siempre está buscando cómo apropiarse de otros géneros. No estoy de acuerdo con ese discurso apocalíptico de que todo tiempo pasado fue mejor. El libro tradicional va a sobrevivir. Debido a esa sensación de amenaza permanente, la literatura se reinventa. Si estudias la historia de la literatura vas a ver que este discurso ha estado siempre con nosotros y la literatura ahí sigue muy viva y muy vigente. La literatura se consolida y encuentra vigencia a partir de su supervivencia en los márgenes de la sociedad. Esa sensación de amenaza no es un punto de llegada, es un punto de partida para la literatura

Friday, April 01, 2011

Los «spanglish» de EE UU : Paz Soldán reflexiona sobre la inmigración en «Norte»




31 Marzo 11 - - J. Ors - Madrid


Edmundo Paz Soldán ha escrito una novela/espejo. Una narración dura y compleja que parte de dos personas reales, dos hechos verificables. Un asesino en serie y un alucinado, un loco encerrado en la torre de marfil de sus dibujos y pinturas. «El primero representa el miedo, la ansiedad a la inmigración latina que existe en EE UU, porque estos inmigrantes no abandonan su cultura ni su lengua, de ahí esa agresiva política inmigratoria; el segundo refleja a esos individuos que viven en Norteamérica sin una comunidad que les proteja, sin ningún refugio y casi con una parálisis verbal». Para el escritor, la mirada recelosa de los estadounidenses hacia el latino proviene de la obsolescencia de una vieja idea: el crisol de culturas que impulsó a ese país.


Victoria demográfica
«Antes, un italiano era ante todo un americano, y, después, italiano. Pero eso no sucede con los latinos. Cuando hay un partido entre Los Ángeles y México, los hispanos van con México. Eso levanta suspicacias. Piensan que te estás haciendo pasar por lo que no eres. Hay recelo». Edmundo Paz Soldán, de hecho, resalta una paradoja en una nación que aspira a ser cosmopolita: «Se ve con desconfianza que una persona hable dos idiomas. Cuando observan a una persona expresarse en español, piensan que es como una pérdida para el inglés». Y menciona un dato que preocupa en EE UU: «La victoria de lo hispano en el futuro será demográfica. En el último censo representamos 50 millones de habitantes, el 17 por ciento de la población, la primera minoría. Y en un crecimiento imparable. El 25 por ciento de la población, uno de cada cuatro norteamericanos, será latino muy pronto. El “Tea party” se niega a asumir este hecho. Eso les puede costar que no regresen al gobierno en mucho tiempo. Deberían cortejar el voto hispano». Uno de los aspectos que salen a relucir es el idiomático. «El inglés tiene una gran capacidad de asimilación de otras lenguas. Incorporará el español, pero nuestro idioma se desarrollará de una manera diferente. No va a existir un “spanglish”, sino varios, porque el español de Nueva York está influido por Puerto rico; el de Miami, por Cuba, y el de California, por México. No va a ser un español uniforme». La presencia del mundo latino en EEUU se ha encontrado, sin embargo, con un techo de cristal: «Los jóvenes hispanos que quieren ser novelistas escriben en inglés porque la literatura en español aún no se considera estadounidense. Cuando yo quiero publicar un libro lo mando a España y desde ahí se distribuye».




«Norte»
Edmundo Paz Soldán
Mondadori
272 páginas. 21,90 euros.